¿Qué es la vida y la muerte para mí?
Sin merodear en las ideas que
surgen con esa pregunta:
La muerte es el
punto de partida, no de un inicio, sino de un adiós. No es una pérdida, es el
desenlace del cúmulo de experiencias. La muerte es el punto en el cual sé que
ya no hay más.
No sé si existe una clasificación para determinar si existe una respuesta
correcta; tampoco sé si hay algo que determine si la he experimentado de buena
o mala forma, pero es el punto en el que se han quedado algunas cosas
inmaculadas. Me explico, mi madre murió cuando yo tenía 5 años, ¿me hizo falta?
¡Por supuesto! Pero hoy no sería lo que soy si no hubiera sido así. Mi padre
murió cuando tenía 20… Lo viví, lo gocé, lo disfruté, lo padecí, lo amé y nos
despedimos de la mejor manera. La muerte me ganó esa partida, murió en mis
brazos. Sentí un poco de impotencia, pero lo entendí. Carlos, él no murió (vaya
una pequeña diferencia), a él me lo mataron (esta es una diferencia sustancial,
él me fue arrebatado), fueron 8-9 años de relación, yo era un mocoso, pero la
muerte me dio la posibilidad de no sufrir la que hubiera sido una de las
despedidas más duras, fue bueno (casi todo) mientras duró y nuestra despedida
fue una de las mejores de todas, la última vez que nos vimos me dijo lo
INMENSAMENTE ORGULLOSO que se sentía de mí... me dio vida sin saberlo. Mis tíos
queridos, mis amigos que partieron, mi gente… y justo con esta disertación de
historia me acabo de dar cuenta de algo: He vivido la muerte de personas que
amo, que son cercanas y me han amado, lo que me lleva a un pensamiento
positivo: Me mantengo lejos de gente con la que me siento incómodo, a tal grado
de no saber si alguien ha faltado. Mi burbuja está cerrada. Creo que eso es
bueno, porque la gente que amo está cerca toda su vida, y seguramente la mía,
aunque esto se trate de su muerte.
Pero hay una dicotomía en todo esto. La muerte no me parece mala, pero
al tiempo también es ansiedad cuando pienso en la mía. Pero no me da ansiedad
saber que voy a morir (para morir nacimos, dice un viejo adagio), sino pensar
que puede ser antes de tiempo… pero ¿cuándo es el tiempo? No sé, en este transcurso
me he dado cuenta que le puse un gran peso a mi hijo, porque me da miedo de
morir y no verlo. Pero también pensando en todo esto, caigo en cuenta que
quisiera que él tenga la oportunidad de ver a su gente cuando crezca. Que vea a
su mamá y que me vea en su graduación y compartir cuando sea grande y ver sus
éxitos y fracasos… porque me hubiera encantado que mi mamá me abrazara cuando
fue mi primer ruptura y tristeza de corazón, también hubiera sido muy chingón
llegar con mi papá y decirle “mira, lo logré, mi título está aquí, valieron la
pena las desmañanadas, el tiempo invertido y los chingadazos que me diste”… e
igual, hubiera sido un shock para ambos cuando llegara y les dijera “ma, gordo,
soy gay”. Pero, justo como se acaba de leer en este enorme párrafo, también me
doy cuenta que sí… la muerte, sí, es AUSENCIA.
Por otro lado… No sé qué es más difícil, decir qué es la muerte o qué
es la vida para mí. Porque hasta hace muy poco fui descubriendo que le puedo
encontrar un sentido diferente a la vida. Lo terrible de todo es que he llegado
a pensar en ya no continuar viviéndola, acercándome a pensamientos que me
decían ¿para qué continuar?, ¿qué más tengo que hacer aquí si ya viví mucho y
no le encuentro sentido a seguir? Y eso me enfrenta con el miedo a morir,
porque me sentí cobarde por no haberlo decidido, hacerlo y terminar con mi
camino, pero justo, mi hijo me dio la pauta para seguir. Y sigo diciéndolo, ¡qué
egoísta soy! Él no tiene por qué cargar ese peso, pero al mismo tiempo se lo
agradezco y estoy dispuesto a quitarle ese peso para yo tomar mi camino y
seguir, por mí, ser mi razón de seguir o de frenar, pero por mí.
La vida también es acerca de la muerte, es el fin último de la vida,
pero es la idiosincrasia que nos da vida. El soporte de pensar que nuestros
muertos nos cuidan, nos soportan, nos validan, nos cantan y hasta nos llenan de
detalles al ya no estar, la vida es lo que tenemos también de aquellos que ya
no están, como dijo la poetiza Gloria Trevi:
“[…] Cuando te duermes, duermo
de ti abrazada, me meto en tus sueños, y soy tus deseos. Pasan cosas extrañas,
cuando estás sólo en casa: Oyes mi voz que te dice "mi amor" [...]. Van
varias veces que miras mi foto, y llevas flores dizque a donde reposo, te
sientes culpable por rechazarme, y cuando lloras yo quiero consolarte. […]”
Y eso es lo que me soporta en muchos momentos de la vida, lo que yo
pienso de los que ya murieron, o mataron, pero que se vuelve un acto de vida y
amor y… nostalgia.
Para mí la vida se volvió ansiedad y nostalgia. Ansiedad de lo que no
ha sucedido y nostalgia de la vida pasada, de todo lo que me hizo. Justo ahora empiezo
a creer que la vida es aprendizaje. Hoy estoy entendiendo que la vida se trata
de encontrar pequeñas razones para vivirla y ese es el gran señuelo de todo…
hoy vida son SUEÑOS y APRENDIZAJE. Sueños de querer vivir mi vida sin lastres
ni cargas que no me corresponden, y aprendizaje de nuevas formas de hacerlo.
Este es mi nueva razón de vida, ¡querer aprender a vivirla! (Y aún cuando en
este ejercicio profundizo más en la muerte, la vida comienza a aflorar en
palabras).
A ti, a ustedes ¡gracias por andar este camino conmigo!
Oliver Juan Mohedano




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