Ir al contenido principal

¿Qué es la vida y la muerte para ti?

¡Hey, qué tal! La vida nos va dando de tumbos a cada rato y hay momentos necesarios e indispensables para tener ese apartado personal, único e intransferible, el momento de filosofar.





Hace un buen rato que no escribo, recién pregunté en las redes si era momento de volver a las letras y efectivamente como me lo indicó una de mis mas admiradas profesoras de vida, ¡Esas no se deben dejar nunca! (Marenco, siempre Marenco tiene la razón :) )

Quiero compartirles que por determinadas cuestiones personales, decidí hace unos meses comenzar un camino acompañado de un psicólogo y dentro de algunos ejercicios he encontrado muchas cosas que estaban frente a mí, pero que se han ido desvelando de a poco; los ejercicios son personales e introspectivos, pero que comparto aquí este, porque al final del día soy el constructo de la suma de todos y cada uno de ustedes.

Antes de que comiencen a leer, lo siguiente, quiero dejar en claro una petición: Lean, sientan, emociónense, hagan coraje, y si quieren compartir algo conmigo, los canales están abiertos, ya sea por aquí (por favor, escriban su nombre, porque, pues porque no soy adivino y esto no es FB), por Face, Twitter (ahora X -terrible caso-), Whats, Insta o por donde coños se les antoje, pero por favor, omitan los juicios, señalamientos, dejen de lado el dedo inquisidor y la superioridad de "yo no -esto o lo otro-"... Solo piensen que es un texto que leen y el mundo se va a acomodar. 

Así, uno de los ejercicios que me han dejado es describir: ¿Qué es la vida y la muerte para mí? Y bueno, de esa disertación conmigo mismo, salió lo siguiente:

Catrina de Posadas

¿Qué es la vida y la muerte para mí?

                Sin merodear en las ideas que surgen con esa pregunta:

La muerte es el punto de partida, no de un inicio, sino de un adiós. No es una pérdida, es el desenlace del cúmulo de experiencias. La muerte es el punto en el cual sé que ya no hay más.

No sé si existe una clasificación para determinar si existe una respuesta correcta; tampoco sé si hay algo que determine si la he experimentado de buena o mala forma, pero es el punto en el que se han quedado algunas cosas inmaculadas. Me explico, mi madre murió cuando yo tenía 5 años, ¿me hizo falta? ¡Por supuesto! Pero hoy no sería lo que soy si no hubiera sido así. Mi padre murió cuando tenía 20… Lo viví, lo gocé, lo disfruté, lo padecí, lo amé y nos despedimos de la mejor manera. La muerte me ganó esa partida, murió en mis brazos. Sentí un poco de impotencia, pero lo entendí. Carlos, él no murió (vaya una pequeña diferencia), a él me lo mataron (esta es una diferencia sustancial, él me fue arrebatado), fueron 8-9 años de relación, yo era un mocoso, pero la muerte me dio la posibilidad de no sufrir la que hubiera sido una de las despedidas más duras, fue bueno (casi todo) mientras duró y nuestra despedida fue una de las mejores de todas, la última vez que nos vimos me dijo lo INMENSAMENTE ORGULLOSO que se sentía de mí... me dio vida sin saberlo. Mis tíos queridos, mis amigos que partieron, mi gente… y justo con esta disertación de historia me acabo de dar cuenta de algo: He vivido la muerte de personas que amo, que son cercanas y me han amado, lo que me lleva a un pensamiento positivo: Me mantengo lejos de gente con la que me siento incómodo, a tal grado de no saber si alguien ha faltado. Mi burbuja está cerrada. Creo que eso es bueno, porque la gente que amo está cerca toda su vida, y seguramente la mía, aunque esto se trate de su muerte.

Pero hay una dicotomía en todo esto. La muerte no me parece mala, pero al tiempo también es ansiedad cuando pienso en la mía. Pero no me da ansiedad saber que voy a morir (para morir nacimos, dice un viejo adagio), sino pensar que puede ser antes de tiempo… pero ¿cuándo es el tiempo? No sé, en este transcurso me he dado cuenta que le puse un gran peso a mi hijo, porque me da miedo de morir y no verlo. Pero también pensando en todo esto, caigo en cuenta que quisiera que él tenga la oportunidad de ver a su gente cuando crezca. Que vea a su mamá y que me vea en su graduación y compartir cuando sea grande y ver sus éxitos y fracasos… porque me hubiera encantado que mi mamá me abrazara cuando fue mi primer ruptura y tristeza de corazón, también hubiera sido muy chingón llegar con mi papá y decirle “mira, lo logré, mi título está aquí, valieron la pena las desmañanadas, el tiempo invertido y los chingadazos que me diste”… e igual, hubiera sido un shock para ambos cuando llegara y les dijera “ma, gordo, soy gay”. Pero, justo como se acaba de leer en este enorme párrafo, también me doy cuenta que sí… la muerte, sí, es AUSENCIA.

Por otro lado… No sé qué es más difícil, decir qué es la muerte o qué es la vida para mí. Porque hasta hace muy poco fui descubriendo que le puedo encontrar un sentido diferente a la vida. Lo terrible de todo es que he llegado a pensar en ya no continuar viviéndola, acercándome a pensamientos que me decían ¿para qué continuar?, ¿qué más tengo que hacer aquí si ya viví mucho y no le encuentro sentido a seguir? Y eso me enfrenta con el miedo a morir, porque me sentí cobarde por no haberlo decidido, hacerlo y terminar con mi camino, pero justo, mi hijo me dio la pauta para seguir. Y sigo diciéndolo, ¡qué egoísta soy! Él no tiene por qué cargar ese peso, pero al mismo tiempo se lo agradezco y estoy dispuesto a quitarle ese peso para yo tomar mi camino y seguir, por mí, ser mi razón de seguir o de frenar, pero por mí.


Mural de Diego Rivera

 Vida… Es todo. Y descubro que por alguna razón, pensar en “vida” es pensar en futuro. Pero ¿es cierto eso? ¿La vida es futuro? Entonces, ¿qué estoy haciendo ahora si no vivir? La cosa es que vivir es un tema que está implícito en el respirar mismo. Es decir, hay vida en el mismo acto involuntario de latir y respirar, sin embargo, ¿acaso vivir es eso para mí? No, la vida es todo lo que está en mi pasado, esa es mi historia, es lo que me forja, es cada anécdota, cada persona y lugar que he conocido. La vida es la suma de cada una de las experiencias que vamos sumando, también es el presente mismo; pero eso recién lo voy descubriendo. De lo que me he dado cuenta, es que la vida no es futuro. Pero el futuro será vida cuando sea presente y pasado.

La vida también es acerca de la muerte, es el fin último de la vida, pero es la idiosincrasia que nos da vida. El soporte de pensar que nuestros muertos nos cuidan, nos soportan, nos validan, nos cantan y hasta nos llenan de detalles al ya no estar, la vida es lo que tenemos también de aquellos que ya no están, como dijo la poetiza Gloria Trevi:

“[…] Cuando te duermes, duermo de ti abrazada, me meto en tus sueños, y soy tus deseos. Pasan cosas extrañas, cuando estás sólo en casa: Oyes mi voz que te dice "mi amor" [...]. Van varias veces que miras mi foto, y llevas flores dizque a donde reposo, te sientes culpable por rechazarme, y cuando lloras yo quiero consolarte. […]”

Y eso es lo que me soporta en muchos momentos de la vida, lo que yo pienso de los que ya murieron, o mataron, pero que se vuelve un acto de vida y amor y… nostalgia.

Para mí la vida se volvió ansiedad y nostalgia. Ansiedad de lo que no ha sucedido y nostalgia de la vida pasada, de todo lo que me hizo. Justo ahora empiezo a creer que la vida es aprendizaje. Hoy estoy entendiendo que la vida se trata de encontrar pequeñas razones para vivirla y ese es el gran señuelo de todo… hoy vida son SUEÑOS y APRENDIZAJE. Sueños de querer vivir mi vida sin lastres ni cargas que no me corresponden, y aprendizaje de nuevas formas de hacerlo. Este es mi nueva razón de vida, ¡querer aprender a vivirla! (Y aún cuando en este ejercicio profundizo más en la muerte, la vida comienza a aflorar en palabras).

A ti, a ustedes ¡gracias por andar este camino conmigo!

 

Oliver Juan Mohedano






♂ La vida es azul, porque en el más profundo de los mares, siempre hay forma de darle luz y claridad a cada momento de la vida y todo se vuelve... azul

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Dx y Tx

Una operación, con ello comienza esta historia. Nunca me habían operado y sin embargo sabía que esa operación me la tenía que hacer desde adolescente; nunca había podido, ya fuese por desidia, por falta de información, tiempo o por falta de dinero.  Ya tengo 42 años, justo unos días antes de que me operaran los cumplí. Al iniciar la pandemia estaba por cumplir los 40 años. Pensaba que por el rango de edad debería de ya realizarme exámenes y estudios de rutina, como el de próstata, por ejemplo. Pasó el tiempo y justo hace unos meses comencé con algunas molestias de aquello que yo sabía debía haber sido operado hace ya muchos años, pero en circunstancias poco usuales, vamos, como nunca pasó antes... Así que decidí ir al especialista y sí, me dijo lo que ya sabía: tenía que hacer una intervención; pero además me realizó un ultrasonido, como una revisión de rutina y ¡zaz! encontró algo que yo ni siquiera sabía que existía. Pero para poder corroborarlo, me mandó a hacer un ultrasonido y...

Colonies States of CDMXAmerica

Por Oliver Juan Mohedano G uías de la ciudad nos permiten conocer recovecos enclavados en nuestra ciudad como el siguiente: una pequeña iglesia, una fuente rústica de similar tamaño y un entramado de calles (todavía empedradas algunas) por el que difícilmente cabría un vehículo de dimensiones mayores a una pick up , y una gran carga cultural en pequeños callejones que conducen al mismo lugar, en este caso el centro de “La Romita”. Aquí se veía a los niños jugando en las calles en los ochenta y noventa, incluso los tempraneros dos mil, y que al día de hoy lucen semivacías -en gran medida gracias a la tecnología y la escasa seguridad en la ciudad-. La Romita conserva casas pequeñas y algunos edificios antiguos, pero en hoy también encontramos a la entrada, por ejemplo en la calle Durango, un complejo habitacional que cambia el panorama, departamentos que denotan un estilo de vida y un nivel socioeconómico distintos de los habitantes de este barrio originario, (uno de los dos barrios orig...