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Lo primero, ellas, las mujeres.

Lo que todo ser humano ve y siente por primera vez, es a una mujer, ineludiblemente (sí, los avances, In vitro y así, pero vamos, saben a qué me refiero). Nacemos de una mujer, nos alimentamos de una mujer, crecemos con una mujer… todo gira alrededor de ellas, sin importar lo que pienses, es que simplemente es así.
 
El papel de la mujer en mi vida ha sido algo un tanto extraño, mi mamá murió cuando yo tenía  5 años, así que de ella guardo cuatro o cinco  recuerdos, uno alegre (un pastel de chocolate por mi cumpleaños), uno triste (un regaño por una travesura que había hecho), uno familiar (un beso de mi mamá y papá en una reunión que quedó plasmado en una fotografía), uno que es un  golpe de absurda y  brutal realidad (un momento en el que mi mamá era golpeada por mi papá y yo entraba en la habitación diciendo que era superman para salvarla de los golpes y lograr que mi papá dejara de hacerlo -ya sé, por eso es un golpe de absurda realidad-), y finalmente el día que una de mis tías, hermana de mi mamá, me dijo que estaba durmiendo (y así estuve esperando, por mucho, mucho tiempo a que despertara y volviera a verla y abrazarla, pero eso no sucedió, la vi por última vez en el féretro).
                                          
Al poco tiempo fuimos a vivir con mi abuela paterna, ella tan amable, la recuerdo diciéndome que prefería a los hijos de mi tía por ser su hija (ni mi tía, ni mis primos tienen nada que ver con eso, pero era un mocoso de 5 años que aún pensaba que su mamá podría despertar), lo sé, fue un amor; a pesar de ello reconozco que cuidó de mí por un tiempo. Los helados de postre eran deliciosos y salir corriendo a perseguir la camioneta de los helados en Neza son parte de esos buenos recuerdos.
 
Después de algunos meses, mi papá se juntó con una mujer. Ella me alimentó, me llevó a la escuela, le enseñé a manejar, preparó mis fiestas de cumpleaños y las cenas de navidad y de fin de año, gracias a ella conocí a Juan Gabriel, Ana Gabriel y “hasta que te conocí”, parte del soundtrack de mi vida, junto con el Bacardí; ella también me golpeó y la escuché renegar de mis hermanos y de alguna manera nos dispersó. Mintió cuando mi hermano le dijo a mi papá que ella me golpeaba y me intimidó para decir que no, aunque sí era cierto, pero vamos, finalmente sobrevivimos todos. Ella también fue la única adulto que vio un calzoncillo mío lleno de sangre a la mañana siguiente de una de las violaciones que tuve en la infancia -solo hubo una pregunta, a la cual también dije que no, por miedo, pero quien sabe si eso hubiera hecho diferencia-. Hoy día la puedo ver y platicar con ella, le agradezco mucho lo que hizo por mí, sin ser su hijo; quiéralo o no, hoy soy un poquito de lo que ella dejó en mí.
 
Mis dos hermanas menores G y Lo, por quienes traté de estar cerca lo más posible aún cuando ya no vivía con mi papá, y al morir él, ya no pude lograrlo, ellas son otra parte de esa infancia y preadolescencia con las mujeres. G la recuerdo bailando sobre la cama al son de María Mercedes y Lo quien prometió un pantalón porque siempre me veía con mis pantalones rasgados (aún los uso así, pero quizá esos pantalones lleguen algún día). La vida nos alcanzó.
 
Hoy Lo, lucha como guerrera en un lugar al que llegó muy pequeña y hoy día tiene dos hijos hermosos. Sé que es una gran mamá. G, tiene a Suya ( 😉 ) y a un angelito en el cielo que le ayuda a ser mejor y luchar: aguantó mucho tiempo sin su mamá y su hermana; pero hoy día es toda una mujer, valiente, trabajadora, amorosa, vamos, es una fregona.
 

Y desde que tengo prácticamente 19 años conviví con mi hermana L, esa chica de la que me separaron cuando yo tenía más o menos 7 años y con la que me encuentro cuando ella tiene ya 28 más o menos. Parece que no, quizá no se lo imaginó o ni siquiera le pasó por la cabeza todo lo que estaba haciendo, pero se convirtió en mi familia, en la mujer más importante.

 
No, ella no me preparaba de comer (nunca le había gustado tanto la cocina), tampoco fue restrictiva, incluso peleamos mucho (como hermanos o desconocidos que no crecieron juntos, tenemos grandes diferencias); pero hizo algo más: me permitió conocer el mundo desde una perspectiva distinta. Ella me compró mi primera computadora, ella se enteró la vez que probé algún tipo de droga, ella me llevó de vacaciones y también compraba cosas para la casa donde vivimos juntos por mucho tiempo, me alentó, me respaldó, me respetó y me dio libertad y poder de decisión.
 
Recuerdo que guardó silencio cuando le dije que era gay, pero también me respetó y ha ido aprendiendo al paso del tiempo muchas cosas, entre ellas que la diversidad es muy grande, y el respeto es primordial para todos.
 
Ella, trabaja todos los días y en ese entonces, me prestaba dinero para ir a la escuela, para salir a dar la vuelta y me compraba un perfume, playera o tenis. Sin imaginarlo, ella me forjó y no me forjó a su manera, me dio libertad, dejó que me tropezara, que cayera y me levantara, pero estaba ahí, a un lado, y yo no sabía los demonios que ella también podría traer. Nunca lo supe, hasta que tuve 40 años. No cabe duda que los abusos, son un tema complicado, los hay de todo tipo y pueden provenir de quien menos lo esperas.
 
En 2007, ella tomó la decisión más importante de su vida: ser mamá. No tuvo un hijo por accidente, ni por una borrachera, fue por decisión propia. Me preguntó si la apoyaría y solo pude hacer lo único que podría haber hecho: decirle que contaba conmigo, solo le pedía que se diera cuenta de que era una decisión para toda la vida a partir de ese momento. Llegó diciembre y entonces sucedió, un pequeño Boxito venía en camino.
 
Entonces descubrí otra cara de ella. La vi luchar como nunca, levantarse temprano, llevarlo a la escuela, darle papilla, amamantarlo, comprarle ropa, llorar, reír, planear; ya no era por mí, era por su hijo y es maravilloso. Mujer poderosa de la que me enorgullezco y con la que camino a lado suyo, a quien le agradezco enormemente tanto por todo lo que ha hecho.

Mis amigas, son otro rubro, tengo amigas que se han enamorado, que han sido engañadas, que han sufrido maltratos, que han llorado, pero que también ríen, sueñan, viajan, gritan, bailan, cogen y son felices como debe ser; pero todas ellas han luchado, siguen luchando y sé que seguirán haciéndolo, siendo unas profesionistas exitosas que dejan atrás esos errores y el paso del tiempo les ha dado poder. El poder de ser y decir quién y qué son.
               

Tengo amigas que son exitosas, y no se trata de dinero o posición, se trata de amor, de sobrevivencia, de ser las jefas de familia, las que llevan las cadenas de sus propias vidas. A algunas otras, las emociones todavía les ganan un poquito a la razón, pero como se los he dicho, hasta esa decisión es un logro, es la posibilidad de elegir.

También tengo amigas que se han ido, que algún maldito bastardo las masacró a golpes y huyó y sigue prófugo disfrutando de la vida (algo que mi amiga ya no tiene).

Tengo amigas que simple y sencillamente son lo mejor de toda mi historia, porque la mayor parte de las veces he tenido más amigas que amigos. Y sé que ellas no merecen una felicitación, ellas merecen todo mi respeto y mi admiración.

Conozco mujeres que dirigen direcciones de institutos, médicos, abogadas, dentistas, veterinarias, mujeres que trabajan haciendo comida, haciendo el aseo, que trabajan en bares, artistas, y un sinfín de actividades, todas ellas que salen a la calle y se sienten inseguras, y no, no es una idea boba, es porque algo les pasó; pero ellas lo saben, ¡son unas chingonas!
                                 

Ya sea que un hombre les gritó, las toco sin su permiso, les dijo cosas feas, tontas y sin sentido, cosas que no son ciertas, pero que tienen que ver con el hecho de hacerlas menos; o ya sea porque conocen a alguna otra mujer que fue lastimada… o que simplemente no pudo regresar a casa.

Tantas mujeres han estado en mi vida me han forjado, mamás de amigos que me han tomado como hijo. Se los agradezco tanto.

Vamos, este escrito no tiene la intención de ser otra cosa más allá que un manifiesto de mi pensamiento y de contar que efectivamente, aunque soy hombre, a pesar de ser hombre y porque soy hombre, quiero decirles cuánto las admiro, cómo enormemente las respeto y cuán grandemente deseo que puedan vivir sin miedo y con todas las posibilidades de vivir mejor y vivir bien, vamos, de vivir, simple y llanamente.
 
A mi hijo le digo, le insisto, le muestro, que la mujer que vive con él, su madre, es lo más maravilloso que tiene en este mundo y debe respetarla; ese mismo respeto debe ser para todas las mujeres de su vida, y si alguna de ellas (que también las hay), lo ofende o le hace algún mal, solo debe alejarse y ser feliz en otro lado, perdonando y siendo una mejor persona.
 
A pesar de lo que yo he vivido, no puedo comparar todo lo que ellas, han pasado, y es por eso que no las felicito, las incito a que luchen, griten, salgan a las calles y se expresen, que pidan por sus iguales para que puedan regresar con vida y que aquellos que les hacen daño no queden impunes.
 
Les pido también que se unan, que sean solidarias con las diferentes causas, que respeten a otros y otras aunque no piensen igual, que no sean como ellas creen… que otorguen más porque ellas saben cuánto duele no ser valoradas como lo merecen.
 
Así, yo, desde aquí, grito con ustedes, pido por ustedes, salgo con ustedes.
 
♂♂ La vida es azul, porque se desea justicia para todas aquellas mujeres que murieron y parece que a nadie le importa.
 
♂♂ La vida es azul porque las mujeres de mi vida, con todo lo bueno y lo no tan bueno, forjaron de mi carácter y personalidad. Por ello se los agradezco enormemente.
 
♂♂ La vida es azul, porque deseo de corazón que mis hermanas y amigas estén seguras, felices, libres y con deseos de vivir y ser buenas personas.
 
♂♂ La vida es azul, porque las mujeres, definitivamente son lo primero.

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